lunes, 25 de abril de 2011

NOTICIA EN PERSPECTIVA

NOTICIA EN PERSPECTIVA

AGONIZAN RIOS REP DOM.

Principales ríos del país están agonizantes por la deforestación, extracción de materiales y asentamientos humanos

La República Dominicana es uno de los países mejor dotados hidrográficamente, gracias a las grandes alturas de sus cordilleras, pero podría en los próximos años sufrir de escases del preciado liquido debido al mal manejo de sus afluentes por parte de sus habitantes.

De acuerdo a los estudios realizados hasta nuestros días se considera que en República Dominicana hay un total de 52 cuencas hidrográficas superficiales. También se han ubicado tres grandes depósitos de aguas subterráneas y se contabilizan unos 5,000 pozos. Además de un lago y numerosas lagunas naturales.

Los ríos dominicanos son cortos rápidos y de caudal irregular. La cordillera Central es el nudo hidrográfico del país. En su vertiente norte nacen los ríos Yuna y Yaque del Norte, que drenan el valle del Cibao.

Además, hace que desemboquen en el Atlántico las aguas de la vertiente sur de la cordillera Septentrional. En su vertiente sur nacen el Yaque del Sur y el Artibonito, que desembocan en el Caribe. Estos son los ríos principales, pero en la República Dominicana hay una densa red de ríos y afluentes que drenan todo el territorio, e incluso se presenta una red subterránea en las zonas calizas.

La muerte lenta de los ríos por la contaminación y extracción de materiales para la construcción, desforestación y los asentamientos humanos en sus riveras, son los factores determinantes en la desaparición y muertes de las mayorías de los ríos de la Rep. Dom

Los lagos, lagunas, arroyos y escorrentías siguen la misma suerte de los ríos. Las lagunas del Este, por ejemplo, están seriamente amenazadas por las actividades del hombre. Los ríos del Cibao, donde antes había abundante pesca, se han reducido tan notablemente que en algunos casos son apenas senderos de piedras.

La disminución del volumen de los ríos está siendo causada básicamente por la extracción indiscriminada de agregados para materiales de construcción, la contaminación de origen urbano e industrial y la población en sus riveras, es el factor que más ha influido en la desaparición de las mayorías de los ríos dominicanos. Muchas familias que habitan en sus orillas obligadas por las circunstancias y por la falta de recursos económicos para tener una vivienda digna en otro lugar, lo que origina que viertan las materias fecales y la basura hacia los ríos, trayendo como consecuencia enfermedades muchas de ella de muerte como el Cólera.

El problema de la extracción excesiva de agregados a partir de los ríos de nuestro país data de los años 70 cuando las extracciones desmedidas comenzaron a ser visibles en los cauces de los ríos, especialmente en los ríos Nigua, Nizao y Yubazo, los que abastecían la demanda da agregados para la industria de la construcción en la ciudad capital.

Ya para mediados de los años 80 la situación se había tornado critica por lo que el 29 de septiembre de 1986, el Presidente Joaquín Balaguer, alertado por los ambientalistas, emitió el decreto No. 257, que prohibía la extracción de agregados en los ríos Nigua, Nizao y Yubazo, por métodos manuales, mecánicos o de cualquier otra índole, sin embargo, poco tiempo después continuo la extracción.

El incremento de las extracciones alcanzo tal magnitud que numerosas comunidades se vieron afectadas al deprimirse las fuentes de agua potable que alimentan acueductos y pozos y verificarse la aridización y la erosión de sus parcelas. La confrontación social subsecuente creció y se profundizo significativamente.

Entre los ríos más afectados figuran Nigua, Yaque del Norte, Camú, Yásica, Yubazo, Yaque del Sur, Camú, Ocoa, Nizao, Haina, Yuna y Chavón. En el Sur, entre los ríos más afectados por la extracción sin planos de materiales para la construcción figura el Nizao. Con estas depredaciones se rompen los cauces de los ríos provocando una bifurcación

La disminución de los caudales es evidente, aunque no se ha realizado un estudio comparativo de épocas pasadas con la actual.

En la capital, los ríos Haina, Ozama e Isabela, testigos mudos de grandes acontecimientos históricos y fuentes de inspiración de escritores y poetas, están prácticamente muertos. La pesca desapareció hace varios años, lo que eliminó una fuente de ingresos para cientos de pescadores.

EL río Yaque del Norte Su situación es harto conocida: Su cuenca está deforestada en casi un 85 por ciento, pues la única cobertura boscosa de importancia se encuentra en los parques nacionales Armando Bermúdez y Nalga de Maco; problemas de erosión en estado avanzado (surcos y cárcavas) en los alrededores de los embalses de Tavera y Bao, así como en toda el área aledaña a los parques nacionales; sequía y languidecimiento de la mayoría de los manantiales y tributarios principales, contaminación acentuada a su paso por las principales ciudades y pueblos que abastece de agua potable y en aquellos puntos de descargas de canales de drenaje agrícola; serios problemas de salinización y un largo etcétera.

En un informe sobre Planificación y Manejo Ambiental del litoral de Santo Domingo, de la Secretaría de Agricultura, se consigna claramente que “en los ríos Haina y Ozama ha desaparecido casi toda la vegetación en varios kilómetros a partir de su desembocadura, por lo que no se observan bosques de manglares. Ello significa que tanto la flora como la fauna están seriamente afectadas, al igual que en la zona litoral”.

Haina, que aporta a Santo Domingo 90.4 millones de galones de agua por día, a través del sistema de abastecimiento Haina -Mano guayabo, compuesto por un campo de pozos que funciona por bombeo eléctrico.

La disminución del caudal del río ha llegado a tal punto que su producción de agua para el acueducto ha mermado hasta un 66 por ciento, lo que en gran medida explica la escasez de ese líquido en numerosos barrios de Santo Domingo y zonas periféricas.

La grave situación del río Ozama, por otra parte, se ha constituido en una retranca para el turismo acuático y deportivo, pero al propio tiempo mantiene enfermas a decenas de miles de personas que viven a sus orillas, independientemente de que sus vidas están expuestas en tiempos de huracanes o fuertes tormentas tropicales.

El 16 de mayo de 2000, justamente el día de las elecciones generales, la Comisión Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) propuso “declarar al río Haina como reserva estratégica de agua para la ciudad de Santo Domingo”, señalando el potencial de su cuenca para producir agua potable de la mejor calidad y los factores que se deberían manejar para garantizar su conservación y el aprovechamiento de los recursos naturales que la conforman.

Los principales ríos del este son el Chavón, el Dulce, el Cumayasa, el Soco el Macorís, y el rio Yuma que abarca 2,207 kilómetros cuadrados, pasando por la comunidad de Higüey donde se le llama rio Duey. En Sabana de la Mar y Miche sus ríos son de trecho corto pero de flujo constante, drenando la vertiente septentrional de la Cordillera Oriental aunque hoy día se encuentran por debajo de su volumen normal debido a las sequias y los asentamientos humanos.

Un análisis objetivo de esta situación puede que nos permita conocer que todas las fuentes de agua del país se encuentran en grave peligro. Pues los factores de mayor peso que contribuyen a su desaparición (deforestación, erosión, contaminación, incendios forestales, aserraderos, conuquismo, ganadería intensiva...), se mantienen latentes y con tendencias a ampliar sus radios de acción. A todo esto debe sumársele otra variable externa pero que incide y hiere visceralmente el cuerpo físico de todos estos recursos de agua. Se trata del desarrollo urbanístico y las obras de infraestructuras que se levantan en base a la extracción de agregados o materiales de construcción del cauce de los ríos.

Quienes afirman que la tala, el desmonte o la deforestación en los nacientes o cabeceras de ríos, arroyos y cañadas es más grave que la explotación de áridos, puede que tengan razón en vista de que sin la cobertura forestal, vale decir, sin la alfombra verde que capta y regula las escorrentías superficiales, es imposible recargar las fuentes subterráneas con las lluvias, que son las que más tarde (cuando ya no esté lloviendo) se encargarán de alimentar los manantiales de manera paulatina y persistente, claro con la ayuda no solo del gobierno de turno, sino también con la contribución de todos los ciudadanos que conforman este país..

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